martes, 6 de diciembre de 2011

Collada de Beixalís: la cumbre donde confluyen Encamp, la Massana y Escaldes-Engordany


Por donde está la señora vaca de la izquierda tuve que deslizarme, ellas no se iba a apartar.

Placas de agua helada en zona de umbría.

Territorio vacuno. Buen abono.



Vista de Encamp.



La Collada de Beixalís se puede subir en bici por la cara de la Massana o a pie por la cara de Encamp. A pie porque el camino sólo está asfaltado parcialmente; el tramo no asfaltado se encuentra rodeado de prados, donde vacas y caballos pacen y pastan a sus anchas. Pero, sobre todo las vacas, no tienen suficiente con sus extensas praderías y gustan de invadir el camino para probar otras hierbas. Y eso es lo que me pasó al poco de iniciar la amplia, empinada y serpenteante pista. Ya tuve un aviso en una de las primeras curvas: vacas que se asomaban al camino, apreté el paso para no estorbarlas, pero hicieron amago de echar andar detrás de mí. Afortunadamente mi paso era más veloz y les di esquinazo. Un poco más arriba, tuve que esperar pacientemente a que unas seis reses salieran de un prado, avanzaran a paso de vaca por el camino, y se adentraran en otro pasto.

A la tercera llegó la 'prueba de fuego'. En una curva, entre una casa-refugio, la ladera empedrada de obra y un prado, quince vacas decidieron que aquel rincón a la sombra era ideal para detenerse y mirarse unas a otras. Tras cinco largos minutos de prudente espera, decidír 'coger la vaca por los cuernos' y atravesar la manada, por el bordillo de medio metro pegado a la ladera. Ni caso. Las vacas me miraban, o no, no lo sé, yo sólo miraba al frente y cuando pasé cerca de dos, éstas se apartaron. 'A vaca pasada' les hice fotos y pensé que no era para tanto, pero más arriba, cuando me encontré otro grupo de tres, pasé presuroso y sin girar la cabeza junto a ellas. Ya se sabe, 'hasta el rabo todo es vaca'.

Por lo demás, la ruta merece la pena porque arranca desde unos 1.400 metros de altitud y va ganando gradualmente altura, con lo que se obtiene una hermosa panorámica del valle de Encamp. Son 10 km en total, aunque da la sensación de que "la cumbre está ahí", pero la pista se enreda en vueltas y revueltas. En algunas que corresponden a zonas de umbría, las placas de hielo sorprenden por su tamaño.

Cuando se corona, después de un buen esfuerzo porque en esos 5 km se elevan hasta los 1.800 metros, queda todavía una sorpresa. Otra pista se adentra a mano izquierda en el bosque y lleva hasta el punto donde confluyen los términos de las parroquias de Encamp, la Massana y Escaldes-Engordany. El núcleo urbano de la Massana queda más lejos, pero desde ese punto, a un lado, se vuelve a ver el valle de Encamp; a otro, el valle en el que se sitúan Escaldes y Andorra la Vella. Además, al frente, se adivina el perímetro del Llac dels Engolasters, y si se agudiza la mirada se intuye el agua, ya que el punto de observación queda por encima del lago.

El descenso puede llegar a ser vertiginoso, sobre todo si se tiene prisa. En el tramo de asfalto, casi a paso de marcha militar, y en el de tierra, a través de algún prado que permitía atajar unos metros y algún que otro minuto. Al fin y al cabo, si las vacas invadían mi territorio, yo también podía invadir el suyo. Eso sí, en su ausencia, no fuera a ser que...

Encamp desde más de 1.800 metros de altitud.

Escaldes-Engordany y Andorra la Vella, desde el mismo punto.


Se adivina la silueta del Llac dels Engolasters.

Las grandes protagonistas de la ruta.

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