lunes, 14 de noviembre de 2011

Con voluntad, nada es imposible

Una foto histórica, la primera de más salidas ciclistas. 
Lo que 15 días antes parecía una charla informal sobre paseos ocasionales en bicicleta por la ruta fluvial del Turia y bocadillos de panceta se materializó el sábado 12 en una realidad, o intento de ella. Antes de convocar a 'Samuel Sánchez' Chema, que había 'amenazado' con atacar "desde pie de puerto", Tito, Juantxo y yo preferimos calibrar nuestros estados de forma y el de nuestras máquinas y ver en qué medida podríamos responder a los demarrajes del asturiano. Conclusión: Mejorable, por no decir deplorable.
Globeradas tempraneras
Como organizador de la jornada, había hecho una previsión de tiempo según la cual arrancábamos de Mislata a las 8.45, recogíamos a Tito en Paterna sobre las 9.15 y a las 10.00 ya estábamos en Riba-roja degustando los anhelados bocatas. Media hora de almuerzo y regreso para llegar a casita a las 11.30-11.45. Mi cálculo se basaba en que me había costado una hora de Riba-roja a Mislata yo solo, con lo que siendo tres y dándonos relevos tardaríamos algo menos. Pero el horario no se cumplió desde el momento en que a las 8.45, esperando a Juantxo entre una marea de corredores y ciclistas que daban vueltas al Parque de Cabecera o emprendían la ruta, comprobé que no llevaba ni casco ni guantes. Esperé mi cuartito de hora a Juantxo, que llegó tranquilo, antes de regresar a recogerlos. Juantxo solicitó pasar por la gasolinera para hinchar las ruedas. Había que acelerar, Tito en esos momentos aseguraba estar "llegando al punto de encuentro" y marchábamos con retraso sobre el horario previsto.
¿Dónde está Juantxo?
Puestos en ruta, llegamos a la primera rampita... y me quedé solo. Juantxo empezó con calma, o eso parecía. Nos reagrupamos e intenté apretar el paso porque Tito debía de estar esperándonos a unos 4 kilómetros de allí... Me quedé solo otra vez. "Llevo dos semanas parado y lo acuso mucho", "Este frío tampoco ayuda", argumentaba Juantxo cuando le pedía un relevo. Pero no tenía el día, así me adelanté hasta llegar al punto de encuentro, media hora después de lo programado.
¿Dónde está Tito?
Tito no estaba allí. Mi primer pensamiento fue: "Estará dando vueltas por aquí para no enfriarse". El segundo, más realista, fue mirar el móvil y ver que tenía una llamada perdida del señor Alapont. Le llamé:
-"Jota, te iba a llamar ahora mismo otra vez... ¡No sé dónde estoy, estoy perdido! ¡Ja, ja, ja, ja, ja...!"
-"¿Dónde estás? ¿Qué ves a tu alrededor?"
-"Estoy por el polígono Fuente del Jarro, voy paralelo al metro, he preguntado a uno y me ha dicho que tenía que ir hasta La Canyada, pero luego otro me ha dicho que me dé la vuelta...".
-"Bueno, pues cuando llegues a La Canyada gira a la izquierda y llegarás hasta el río". Así, el siguiente punto de encuentro se encontraba 5 kilómetros más adelante.
Bici-dromedario
Y allí nos encontramos, milagrosamente. "Vuestras bicis van solas", afirmó Tito al comparar nuestras monturas con la suya. Y razones tenía: Cadena chirriante, frenos estridentes, carente de cualquier tipo de equipamiento y un sillín que pedalada tras pedalada descendía milímetro a milímetro y hacía que cada pocos kilómetros tuviera que parar a darle a llave y elevarlo. "Esto es más complicado que montar en dromedario, que lo hice este verano en Marruecos", aseguraba Tito. Nos hicimos la fotito y echamos a rodar, al tiempo que íbamos disfrutando del paisaje entre La Presa y Riba-roja, unos más que otros, del verde otoñal, del caudaloso río, de la humedad, y hasta del silencio en determinados tramos.
¿Dónde está mi cartera?
A 3 kilómetros de Riba-roja, salivando ya al percibir el aroma de la panceta en bocata, nueva parada técnica. Mientras Tito levantaba el sillín nuevamente, se me ocurrió mirar el reloj. Me quedaba menos de una hora para llegar al pueblo, almorzar y regresar para estar a las 11.30 en Mislata para quedarme con Jorge. Imposible. Teníamos que dar la vuelta.
-"¡Eh, tío, ¿dónde está mi cartera?!".
Tito había metido la mano en su mochila y...
-"¿Por qué coño está la cremallera abierta? Debe haber sido al sacar la herramienta, la he dejado abierta y en un bache se me debe haber caído. Dios, qué putada, ¡qué putada! Llevo 10 euros, pero las tarjetas, la documentación...".
Ahora sí, había que dar media vuelta con la esperanza de que no se hubiera caído al río al cruzar alguno de los puentes.
-"Si la ha cogido algún ciclista, seguro que la recuperas", le intentaba tranquilizar Juantxo.
Antes de arrancar, y conociéndonos desde hace 15 años, me quise asegurar:
-"¿Confirmamos que no está en la mochila?"
Tito volvió a meter la mano:
-"Ostia, ¡que aquí hay otro bolsillo",... "Ostia, ¡que está aquí"... "Ostia, ¡y las llaves de casa también, y no las había echado de menos!"... "¡Es que estas mochilas tienen un montón de bolsillos!". Problema resuelto.
Tito, momentos antes de no encontrar su cartera. 


¿Dónde está Juantxo? (II)
Dimos media vuelta igualmente, personalmente con el pesar de haber dejado a mis compañeros sin almuerzo y con la prisa por regresar a tiempo. No sé si por la ausencia de almuerzo o no, pero Juantxo, ni antes con el frío del amanecer ni ahora con el buen sol de mediodía, se reencontraba con sus sensaciones a bordo de su Orbea, ni cuesta arriba ni cuesta abajo. "Yo te juro que este recorrido lo he hecho entero". "Me siento como si montara por primera vez", "voy sufriendo encima de la bicicleta", se flagelaba cada vez que nos parábamos a esperarlo. Despedimos a Tito, no sin antes indicarle el camino correcto entre Paterna y el río, y 'arrastré' a un desmoralizado Juantxo hasta que llegamos a Mislata rozando el fuera de control: "Creo que es la primera vez que me acabo el bidón de agua". Repetiremos.

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