miércoles, 30 de noviembre de 2011

Regreso al remanso de paz del Llac dels Engolasters








La anterior subida al Llac dels Engolasters había sido en coche y posteriormente en bicicleta. Ahora tocaba hacerla a pie, por una ruta distinta, la del Camí del Riu Blanc, que comienza en el núcleo urbano de Encamp y acaba en el Llac, unos 5 km en total, ida y vuelta y con un desnivel de 370 metros. El camino va ganando en atractivo conforme se asciende, al principio es duro y atraviesa diversas parcelas cultivadas. El exiguo riu Blanc, que da nombre al camino, se atraviesa un par de veces, pero en su curso le acompañan hasta cuatro mangueras. En el ecuador de la ascensión, la vegetación adquiere más verdor, el zigzagueante sendero se adentra en el bosque, se estrecha y adquiere mayor belleza, sin abandonar su composición rocosa y abrupta, hasta que el tramo final se suaviza y eleva al caminante tras una hora de camino hasta el Llac dels Engolasters.

Me quedé corto en el anterior relato cuando describí la hermosura del Llac. Es un auténtico remanso de paz, un lugar para que las familias pasen un día soleado o para embobarse en su contemplación. Y helado y con el entorno nevado debe ser el paraíso. Eso sí, no vi brujas ni pueblo sumergido, sino una lámina de agua en la que se reflejan el bosque y el cielo. Me dio pena abandonar el lugar para iniciar el descenso, por el Camí del Riu Blanc, que en poco más de media hora me devolvió a Encamp, con la sensación de haber retornado del paraíso.





No hay comentarios:

Publicar un comentario