La etapa de Olocau no contó con la presencia de Javi,
ausente por motivos laborales. Esperábamos más de la visita a uno de los puntos
de encuentro habituales de los ciclistas, cierto es que como parte de una ruta
que continúa hacia Gátova y el Pico del Águila o Puerto de Chirivilla.
Más de la mitad del recorrido de ida coincidía con la etapa
de Marines, con una pequeña modificación por Colinas de San Antonio para
sortear mejor las obras de la carretera de Bétera. Sin embargo, se nos hizo
mucho más breve y amena, quizá porque aprendimos y no erramos en los desvíos.
La tarde acompañaba con una temperatura agradable y pudimos disfrutar del
descenso de la Conarda
y del pedaleo entre naranjos y nuevamente con la visión de la Serra Calderona en
el horizonte. No fue tan plácida la travesía de la urbanización Torre de Porta
Coeli, por caminos pedregosos y polvorientos.
Por fin tomamos el carril bici que desde Bétera lleva hasta
Olocau. En pocos kilómetros llegaría la subida al Collado, por lo que
aprovechamos para sacar nuestras barritas y galletas, uno con más habilidad que
otro, porque las de Víctor fueron al suelo y tuvo que dar media vuelta para
recogerlas, así que hicimos un breve alto.
La subida tiene unos 2,5 kilómetros , pero
sólo el tramo final es algo más exigente. Subimos a tren hasta que cedí y
Víctor se quedó solo, pero se dosificó pensando que la subida era más larga,
por mucho que se la había explicado previamente, y aproveché para superarle
justo antes de coronar. Tomamos el corto pero veloz descenso, en el que me
volvió a adelantar, y nos plantamos en el carrer Major de Olocau. Una panadería
y un bar nos ofrecieron la merienda y nos sentamos a contemplar el singular
emplazamiento de la población, entre dos altas montañas.
Trasladamos a Gloria el mensaje de que Víctor había dejado
la primitiva con 5 euros para sellar en el mármol para que la echara antes de
las 20:30 horas si podía y recorrimos fugazmente el pueblo antes de emprender
el regreso. Una indicación de 'Gátova 11 kilómetros ' nos
tentó para alargar la ruta, aunque fuera a Marines Viejo que estaba a 5, pero
el recuerdo de la jornada de Marines continuaba demasiado reciente y preferimos
no arriesgarnos a otra etapa nocturna. La subida al Collado por la otra cara se
nos hizo tan breve que acabamos picándonos por adelantar a otro ciclista que la
había iniciado con ímpetu pero al que se le había atragantado. Víctor se me
adelantó esta vez en la cima y nos lanzamos con todo cuesta abajo por el carril
bici ancho, limpio y despejado que me permitió registrar los 50 kilómetros por
hora en el 'Cateye'. Víctor me esperaba ya abajo con cara de haber gozado del
descenso con algún kilómetro por hora más.
La bajada hasta Bétera no era tan pronunciada como
esperábamos, y además el viento suponía un ligero inconveniente, pero rodamos
con plato grande por encima de los 30 km/h , sobre todo Víctor, que volaba y tuvo
que aflojar porque yo no aguantaba su ritmo. Mientras, el tráfico de ciclistas
en sentido contrario era incesante. Atravesamos Bétera sin más incidencias que
un recto de Víctor, que marchaba adelantado, en la rotonda que se toma a la
derecha para dirigirse a Mas Camarena. Excusable, sólo era la segunda vez que
pasábamos por allí. Las incidencias llegaron en el camino de Paterna con un par
de impacientes conductores que nos sobrepasaron apurando más de lo que el
sentido común recomienda, y así se lo hicimos ver con un dedo en alto que no
era el pulgar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario